domingo, 26 de marzo de 2017

LA REVICTIMIZACIÓN DE LAS VÍCTIMAS EN LA VIDA COTIDIANA




Todo ser humano ha sido víctima alguna vez. Todos, de una manera o de otra hemos sido víctimas de algún daño, sea éste grande o pequeño, puntual o repetido. Por lo tanto, este es un tema que nos atañe a todos.

En los años que llevo de práctica profesional y fuera de mi ámbito laboral me encuentro, con frecuencia con personas que me cuentan situaciones muy duras que las han dañado y de las que les cuesta recuperarse. Pero en todo esto hay algunos fenómenos que últimamente me han llamado más poderosamente la atención por no haber reparado previamente en ellos, o porque quizás los libros que he estudiado no lo explicaban con suficiente claridad. Este fenómeno tiene que ver con revictimizar a las víctimas, es decir, volver a agredir (consciente o inconscientemente) a las víctimas por diversas razones, agrandando así el daño que ya llevan sobre sí. Otro fenómeno paralelo a este es el de cuando las víctimas se revictimizan a sí mismas por diferentes motivos, entrando en dinámicas o en situaciones que las pueden hacer más vulnerables. En ambos casos se generan dinámicas que aumentan las heridas y los daños de quienes ya vienen dañados por diferentes factores.

No entraré aquí en dinámicas de revictimización que normalmente se dan desde las instituciones sanitarias, políticas, judiciales, sino que partiré de situaciones que se dan más cotidianamente y que por ello pueden llegar también a ser muy dañinas.

Los fenómenos que más he detectado en relación con la revictimización de las víctimas son los siguientes:

1.-  Cuando les agrede otra persona:

-    Incomprensión: muchas veces es complicado entender a una persona herida. Por una parte por ignorancia, pues es difícil entender procesos que no hemos vivido o con los que no hemos tenido una relación previa. Por otra parte porque la persona victimizada puede estar tan dañada que su propio caos psicológico y fragmentación interna le haga difícil explicarse. Si a todo esto unimos falta de empatía o la aplicación mecánica de procedimientos de ayuda social (los famosos protocolos) o la aplicación también mecánica de estrategias psicoterapéuticas, el cóctel dañino está servido.

-       Culpabilización: cuando se le dice a la víctima que tiene la culpa o la responsabilidad de lo que le ha pasado o de lo que le está pasando. Una variante perversa es lo que se ha llamado “luz de gas”, que es una forma de “darle la vuelta a la tortilla” que hacen algunos maltratadores, para que la víctima acabe dudando de sus propias percepciones y crea que es ella la responsable de lo que le sucede porque no entiende bien la realidad, está “paranoica”, etc. El colmo de la culpabilización de las víctimas son los discursos irracionales Nueva Era en los que se le dice a la gente que ellos “atraen” lo que les pasa para “aprender” o para “tener experiencias”. También se les acusa de su inconsciencia o de haber aguantado tanto, sin tener la más mínima dosis de sensibilidad y empatía hacia el proceso de otro, cuyos aspectos más profundos desconocemos. ¿Los refugiados sirios se han buscado lo que les ha pasado? ¿Se lo han buscado para aprender? Realmente suena muy desconsiderado afirmar algo en este sentido.

-       Agresión manifiesta: a veces se agrede a quienes han sido víctimas porque al no entenderlas éstas se desesperan y no saben como explicar desde su desesperación lo que les pasa. En estos casos su actitud puede llegar a ser incluso agresiva u hostil o desagradable y esto hacer que nuevamente reciban agresiones de todo tipo.

-       Curiosidad: a veces se escarba en las heridas de estas personas por una cierta curiosidad morbosa de saber de los entresijos del alma humana, pero sin la más mínima sensibilidad por respetar al otro, el entrar en el alma de otra persona es la entrada en un espacio sagrado. Hay quienes llegan a entrar como un elefante en una cacharrería sin el más mínimo atisbo de sensibilidad, simplemente por vouyerismo emocional.

-       Abandono: es una forma de agredir en el sentido de que si alguien nos pide ayuda y no le respondemos adecuadamente le estamos haciendo daño. En casos en los que una persona está dañada es muy importante la acogida desde el respeto y el amor, pero también el aportar una estructura en las que las víctimas se sientan sostenidas espacial y temporalmente. Es decir, que cuando una persona está pasando por un momento difícil es importante mostrar interés y una disponibilidad estructurada en la que se diga de cuanto tiempo se dispone, y se exprese con claridad cuál es el próximo momento en el que se va a producir un encuentro. Es importante, al menos en los peores momentos facilitar una temporalidad (cada semana, cada 15 días, etc.).  Esa estructura también es una forma de poner límites, pues quien está en esa situación puede tener más difícil ver los límites de los demás y cansarles.

-       Miedo: sí, miedo. Algunas personas se asustan de las personas dañadas porque ven reflejadas las propias heridas que no quieren afrontar. El sufrimiento de otro puede generar temor en quién no quiere tener relación con el sufrimiento propio, por miedo a sentir su propio dolor.

-       Actitudes salvadoras: cuando se dan para reforzar la propia autoestima por ser buenos y caritativos con ellas. Si esto se hace desde una postura egocéntrica, el ayudador puede utilizar su actividad salvadora para sentirse importante y no para implicarse realmente con la persona que sufre. Este tipo de personas no se implicarán realmente en el proceso de la víctima, pero sí serán adictos a exponer sus méritos como salvadores. En estos casos, además de la falta de humildad se proyecta en la víctima las partes de uno que no están siendo atendidas y así salvando a otros, uno se olvida de hacer algo para ayudarse a sí mismo y curar las heridas propias.


2.- La agresión que pueden provocar las víctimas, inconscientemente:



           
-       Demanda excesiva: el estar mal puede dificultar el ver los límites de otros, precisamente porque no se ve bien la realidad por el dolor que produce la desesperación y que lleva a estarse comportando en un modo más egocéntrico y regresivo por pura necesidad, cuando se está en ese estado de víctimazación.

-       Lenguaje confuso: por la herida psicológica que les impide captarse y expresarse con claridad.

-       Miedo: derivado de la desconfianza de haber sido agredidas.  Lo que puede llevarles a conductas de poner distancia con los demás y que esto les impidan recurrir a pedir la ayuda adecuada al no sentir que puedan confiar en nadie. Este miedo muchas veces se intensifica por la falta de comprensión de los otros que hace que la víctima se retroalimente en que no puede ser comprendida, ayudada, etc.

-       Agresividad: la desesperación puede llevar a que no siempre sepan comportarse con respeto hacia otros y pueden llegar a una actitud agresiva manifiesta.

-       Identificarse con el rol de víctimas: porque a veces puede reforzar un sentido de identidad o de realidad, porque es lo que se conoce. Este puede ser uno de los peores daños que le puede hacer la mente de una víctima a sí misma pues puede dificultar mucho que se vean como seres humanos dignos de respeto y de comprensión, y que les cueste creer que son dignas de ser atendidas, bien tratadas y, lo que es más importante, de trascender la idea de sí mismas que la situación de ser maltratadas o agredidas les ha generado.

Seguramente se os puedan ocurrir más cosas. Con este post al menos pretendo hacer evidentes algunas posibilidades, para así aumentar la sensibilidad y la consciencia ante estos temas y tratar de evitar caer en este tipo de actitudes. Ojalá sea posible romper la cadena del daño y de la irresponsabilidad inconsciente frente a las personas que sufren y que se las pueda ayudar a ayudarse a sí mismas de la mejor forma.

Necesitamos aprender a escuchar mejor, a conectar con los demás, a darnos cuenta de que solamente puede hablar de cómo se siente quién está sintiendo lo que sienta, a tener más humildad acerca de nuestras capacidades de comprensión y sobre todo aprender a respetar y a darnos cuenta de que el otro también somos nosotros. ¿Por qué no plantearnos de vez en cuando nuestro grado de responsabilidad en hacer un mundo mejor cotidianamente desde una actitud más consciente, responsable, compasiva y humana?